Princesita de papel de arroz.

Había una vez una princesa a la cual todos los días llenaban de halagos, cuidados, atención y por sobretodo la llenaban de silencio y suavidad, el papel de arroz no es cualquier cosa y es muy delicado, quizás mas que una zapatilla de cristal, y la princesita en papel de arroz no podía ser victima de un descuido por parte de un ser humano tan mortal como una cucaracha.
Esta muchachita no comprendía el por qué de pertenecer a este mundo siendo ella tan fina y delicada, y con mayor razón no pudiendo disfrutar de todas las virtudes que el resto de los mortales disfrutaba. Gobernar lo que no conozco y no considera suyo, gobernar a estos seres que no me dejan entender lo lindo de sentir la brisa fresca de la mañana, la sensación de humedecer los píes a la orilla del lago y poder entender la causa del por qué a los seres humanos les gusta permanecer segundos, minutos y horas en el océano, sumergidos en eso que llamaban mar.
El papel de arroz y el mar nunca habían sido buenos amigos, pero de un segundo a otro se transformaron en cómplices teniendo una relación casi indestructible, como una de esas relaciones que jamás tendrán el agua y el aceite ni el blanco con el negro, pero que sí tendrán encaprichadamente el negro con el rojo, todo ese misterio oscuro y ese brillo encantador que no pasa desapercibido y que asemejan a momentos intensos teñidos de un fuerte rojo.
Princesita de arroz bañada diariamente con rayos de estrellas de una constelación desconocida para muchos, princesita que sueña con despertar y creer que tiene ese espíritu que alcanza en sus sueños, en los que la corona estorba y que su alma no es de papel, sino que fabricada de la mas fina seda y que logra deslizarse suavemente en el mar y descansar creyendo que ese momento será eterno… por un instante la futura reina tuvo lo que por primera vez realmente quiso y por primera vez gobernó lo que parecía imposible, su sueño.
Y por qué no?, por qué no creer que esos impulsos pueden llegar a ser reales, tal ves se pueden tocar y con mayor dicha sentir. Aunque estemos hechos de papel de arroz y nos sentemos en tronos de cristal, somos capaces de escucharnos, entender que cuando el corazón se acelera podemos ser protagonistas de nuestro propio cuento y jugar a ser princesas y príncipes, pero prohibido que las historias empiecen con un ”había una vez”, en ese mundo las hadas juegan en su fantasía y son muy hábiles y celosas, al igual que el canto de una sirena, y su virtud mas traicionera, “su encanto”.
Princesita de papel de arroz, sin importar tu delicadeza ni tu lejanía paradójica con lo mortal, encontraste en una cita con las estrellas el momento preciso para entender que las cosas importantes se viven sin considerar las consecuencias, porque desde que el suave papel de arroz se baño de luna y fueron uno, despediste el mas bello destello desde tus ojos, dicha jamás vista por un mortal, regalando así tu corona al mar, la que roza y abraza desde hoy, que somos uno.
Valiente princesita de papel de arroz desde este minuto disfrutas como uno de esos simples mortales.