En segundos paso por la mente la idea de querer donarle sus ojos, qué digo, no solo sus ojos oscuros (en los cuales daba tanto gusto perderse), sino que su universo de pequeñas cosas, de sonrisas por la mañana, de caminatas húmedas bajo la lluvia, universo poco estático que te invita y te envuelve en la posibilidad de jugar a ser una princesa de zapatos de cristal por unos instantes, para luego ser la loca que chilla por las tardes buscando algo que ni ella tiene muy claro. Solo quería tener la posibilidad de donarle algo importante, algo de existencia.
Ideó la manera de hacer llegar esa encomienda, el problema no estaba en lo que llevaba, quizás el camino no era el correcto, pero más allá de eso era si es que se necesitaba esa donación y si es que el trasplante se iba a llevar a cabo. No es fácil encontrar el término justo, tal vez se necesitaba con mucho tiempo de anticipación y ya podría ser tarde, había que actuar con la cabeza fría y con rapidez. Principalmente sin echar pie atrás.
La preparación no fue sencilla, se pensó mucho en cada paso, cada palabra, cada centímetro de distancia, cada respiro y más aún de los suspiros, nada al azar. Poder hacer entender al resto de los pecadores que hay cosas valiosas, para este ser no era fácil, aunque no se daba cuenta que solo su mirada tenia un poder increíble.
En el camino poco a poco se fue desarmando todo lo preparado sin que se diera cuenta, en una canción su mundo se fue a las nubes y olvido de contar en cada segundo, milímetro y mirada, sin percatarse iba mirando de frente y con los ojos iluminados. Llego a su destino y se quedo pensando y no llego con más que lo que sentía. Gran favor, en todo el transcurso nunca se le había hecho tan fácil como en ese instante, la solución estuvo siempre ante en sus ojos y con mayor razón en sí mismo.
Eso de la desnudez frente a otro y no cualquiera, porque de esas es tan sencillo como el placer de comprar un chocolate y terminaría el trámite. Hasta el adorno de unas cuantas gotas contando sus pasos se omitió ante la decisión. La actitud le compro cada una de las posibles inseguridades, las que a esa altura ya no eran mas que historia.
Esa forma de escribir con propiedad los capítulos de uno y otro tomo de vida.