De esos días en que no es necesario ir a darse una vuelta a la nada un rato, solo hace falta la cabeza en tercera persona para entender todo más fácil, pero que va! soy yo y una brisa de esas heladas que te deja la piel como gallina y no a modo de emular una avestruz.
Esas ganas de que te den un remesón fuerte que te saque del eje y vuelvas después de un rato del paseo, no al mismo punto, pero que te deje demostrando que no somos de nadie pero que si somos capaces de mucho, esa gracia de la potenciación de jugar a crear.
Esas noches que es un agrado perderse en lo que pensamos, que además de ello nos encontramos de pasada con una canción que da honor a tal momento y bajo la sencillez te complementa, te entiende y te sientes mas acompañado que nunca, da lo mismo si es por 5 o 4 minutos, simplemente es lo que quiero escribir y oír, y no es sesgo ni limitación es sólo ese momento del que me adueño, que vamos que te deja esa sensación memorable al volver a escuchar tal melódico recuerdo.
En resumen hoy encontré mucho en una canción y en mí. Dulce compañía.
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